La vida de los trimmers en California: TRABAJO, DÓLARES Y MARIHUANA, Por Juan Quintana

El título puede sonar tentador para muchos y peligroso para otros. Los condados de Trinity, Mendocino y Humboldt, ubicados en el noreste del estado de California, se convirtieron en la meca del cultivo de marihuana desde la década del ’70.

“Una de las cosas que te piden cuando empezás a trabajar en las granjas es que no des notas ni información del trabajo”, cuenta Fernando*, un veterano de la cosecha ahora retirado de los campos cannábicos. “Fui durante seis años y nunca tuve ningún problema. Ni para entrar al país, tampoco para trabajar o para salir. Hay mucha paranoia”, sigue. Lo cierto, es que, sin el permiso de trabajo, siempre existe el riesgo de salir mal parado en algún allanamiento. “Los encargados de las granjas siempre aconsejan que, en el caso de que haya una inspección, agarres el pasaporte y corras para el bosque”.

La ilegalidad y la atracción por el riesgo son dos de los requisitos necesarios para vivir la experiencia pero también hay cierto marco legal que permitió que esta industria se desarrolle. En 1996 en California se votó a favor de la Proposición 215, que aprueba el uso de cannabis con previa autorización de un médico. Y, en 2018, empezó a regir el Acta de uso adulto de la marihuana, que habilita a los usuarios cannábicos la tenencia de hasta 28,5 gramos y seis plantas para autocultivo. Esto les permitió a muchos cultivadores producir a mayor escala y rozar algún grado de legalidad para la producción masiva de la planta.

Pero no todo es riesgo y números. También es trabajo y conexión con la naturaleza. La metodología de cultivo de marihuana es la misma que para muchas otras plantas: Regar, trasplantar, cortar las hojas para que no le absorban fuerza a la planta, limpiar las flores en caso de que tengan alguna peste y el famoso momento de “trimmear” que es la manicura de los cogollos. Sí, sentarse en una silla durante horas a pelar cogollos de marihuana.

 “Los mejores meses para conseguir trabajo son octubre y noviembre, pero la temporada empieza a mediados de julio y dura hasta principios de diciembre”, dice Julieta*, que tiene tres temporadas como treammer en su haber. “Mi día empieza con un café que me preparo en la rústica cocina de la granja, un pedazo de pan o alguna fruta y después, a eso de las 11 de la mañana empiezo a trabajar. Cada uno puede trabajar el tiempo que le plazca, mientras se cumpla el objetivo de la jornada”. Martín* considera que uno de los principales beneficios del trabajo es la libertad: “No tener horarios y poder administrar mi tiempo como tenga ganas es algo que busqué siempre y acá lo encontré. Mi momento del día más activo es a la tarde y como no estoy tan desesperado por la plata, trabajo menos horas que los demás”.

La recompensa es tan tentadora que trabajar con temperaturas que rondan los 35°C y en días de lluvia o granizo, queda en segundo plano. En el treamming se paga según el peso del total de los cogollos recolectados. Los 450 gramos se pagan entre 100 y 150 dólares. En el trabajo de campo, cuidar a las plantas durante su crecimiento, la paga es por el tiempo que le dediques, usualmente es entre 15 y 20 dólares la hora. “La codicia de cada uno queda en evidencia, hay veces que tenés muchas ganas de hacer cualquier cosa antes que trabajar, pero cuando te acordás que por un par de horas vas a ganar 100 dólares, simplemente te pones a trabajar”, comentó Julieta.  Si la hora de trabajo se paga 20 dólares, trabajando nueve horas diarias con un franco semanal, se conseguiría un total de 4.320 dólares al mes.

“Conocí mucha gente que se terminó yendo a los pocos días después de ver la cantidad de horas que hay que trabajar”, dice Julieta. Con las ventajas y desventajas ya puestas sobre la mesa, resta que cada uno saque sus conclusiones. “La clave es que te entusiasme la cultura cannábica” resaltó la entrevistada.

*Nombre ficticio para preservar la identidad de la fuente.

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