Consumo de cannabis en adolescentes

Así como los adultos consumen cannabis para lidiar con el estrés, relajarse y hasta tratar patologías, los adolescentes también pueden utilizar los beneficios de esta planta para sus propias necesidades. 

El desarrollo del cerebro es más importante durante la adolescencia (entre los 11 o 12 años y los 25 o 26 años) que durante cualquier otra etapa del desarrollo, excepto en el útero. Y el sistema endocannabinoide natural del cerebro, que se ve afectado por el consumo de marihuana, juega un papel muy importante en este período crítico del crecimiento del cerebro.

El desarrollo cerebral único que ocurre durante la adolescencia se detiene temporalmente por el consumo de marihuana. Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente de la marihuana que produce el subidón, se une a los receptores de cannabinoides (CB1) del cerebro. Esto bloquea su función normal. Por eso, si un adolescente nos muestra interés en el consumo de cannabis, un buen consejo es que empiecen con cannabis de alto porcentaje en CBD

Los adolescentes tienen más receptores CB1 que los adultos para que el THC se una, y el THC también permanece en el receptor CB1 por más tiempo que en un adulto. Según la neurocientífica Frances Jensen, autora de “The Teenage Brain”, “el THC se bloquea por más tiempo que en el cerebro adulto. Por ejemplo, si un adolescente se drogara durante un fin de semana, los efectos podrían seguir presentes el jueves y viernes de esa semana. Un adulto no tendría el mismo efecto a largo plazo”.

Los efectos a corto plazo del consumo de cannabis en adolescentes pueden incluir: sentirse relajado, feliz, más sociable, percepciones aumentadas y distorsionadas, disminución de la coordinación motora y aumento de la frecuencia cardíaca y temblores corporales. En dosis altas, se puede experimentar ansiedad o pánico, síntomas psicóticos, náuseas y/o vómitos.

Los efectos largo plazo del consumo de cannabis en adolescentes pueden incluir:deterioro de la función cognitiva, falta de motivación, bronquitis crónica (en caso de fumarlo), mayor riesgo de trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastornos psicóticos.

Cabe aclarar que esto no sucede en todos los adolescentes, y hay algunos que consumen y no sufren de ninguno de estos síntomas de consumo a corto o largo plazo. Por otro lado, nos referimos a estos síntomas cuando hablamos del consumo de THC, que cómo explicamos anteriormente permanece en el receptor CB1. El consumo de CBD se utiliza con fines medicinales y terapéuticos, y al no tener efectos secundarios nocivos se una en niños y adolescentes para tratar múltiples patologías. 

Lo más importante si tenemos un hije adolescente es ser sinceros y hablar con honestidad cuando se trata de drogas. Hay mucha desinformación sobre el cannabis. Lo primero es informarse, y hablar con fundamentos. 

Al hablar con nuestros hijes o familiares adolescentes lo mejor es ser abiertos; escuchar activamente y con respeto; proporcionar evidencia basada información y ayudarlos a elegir opciones de vida saludables.

Si sale el tema del cannabis pero lo que buscan es información y no están interesados en consumir, mas allá de la postura que cada uno tenga, hay que dejarlos tomar sus propias desiciones. Tal vez sus hermanes, padres, madres y amigos consumen pero si es la decisión del adolescente no hacerlo, debemos respetarla. Hay que incentivarlos a que se eduquen sobre el cannabis para tener información basada en evidencia. 

A tener en cuenta: los padres son modelos a seguir para sus hijos e hijas, y el propio consumo de sustancias y las actitudes hacia el consumo de cannabis van a influir en nuestro familiar adolescente. Lo ideal es prevenir, por eso les recomendamos que la charla sobre el uso del cannabis suceda antes de que el adolescente se inicie en el consumo. Si sos padre o madre, recordá que por más buena que sea tu relación con tu hijo o hija adolescente, no sos su amigo. 

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